“STRANGE FRUIT, NATURALEZA MUERTA DIGITAL”
“Difícilmente los hombres reconocen al hombre puro”,
Friederich Hölderlin
¿Cómo definir la experiencia del viaje creativo hacia el acto ulterior? ¿Qué antecede a ello: la imagen, la palabra o el sonido?
La aproximación de lo que podemos asociar a nuevos lenguajes que intentan aprehender el todo como experiencia creativa es el desafío en términos pedestres. Pero el mayor reto no es ese. La provocación hacia lo que creemos conocer, poniendo en jaque los mecanismos de nuestro pensamiento, de la crítica y aún del sentimiento, pudiesen dar señas del destino de donde se puede ir. Aún a costa de ir preso de nuestra propia sombra.
Y ahí el mayor mérito, pues en la incitación como fuente de energía podemos de alguna forma comprender la creación, el devenir y la existencia.
Así que cuando se generan estas instancias en las que podemos vislumbrar el viaje visual en relación al viaje sonoro, y a la expresión abisal de la palabra, podemos decir que inevitablemente rozamos la inconmesurabilidad de lo posible y lo real, del tiempo y el espacio, de lo espiritual y lo material.
El mayor desafió de la obra de Julio Espinoza es situar su mirada del yo en relación al mundo: desde la ironía de la palabra, desde lo herético de sus imágenes y desde la texturas hipnóticas de los sonidos.
Hay una confluencia de distintas herramientas que apelan a ese arquetipo barroco, de esa geografía mítica tan propia del estilo, cuyo lenguaje hace una apología de la exaltación de imágenes y símbolos. De ahí las referencias al carácter metafórico de los objetos representados, alusivos en general a la fragilidad, a la brevedad de la vida, al tiempo que pasa y a lo inevitable de la muerte.
Y aquí me quiero detener. Hay quienes dicen que la excepcionalidad del artista es capaz de captar el coraje y la aptitud para quebrar con las murallas de lo conocido y lo predecible, para rebelarse y señalar que hay algo mucho más trascendente, no necesariamente divino, a lo que se puede acceder con la voluntad. Es una suerte de acto alquimico, de transformación de lo que perece en una manifestación más pura, más honesta y consciente.
Hay una máxima medieval llamada V.I.T.R.I.O.L que es un frase acrónima atribuida al alquimista Basilio Valentín que se lee como Visita Interiora Terrae Rectificando Inveniens Occultum Lapidem, es decir: “Explora los interiores de la Tierra, rectificando encontrarás la Piedra Oculta”.
El significado que hay tras esta frase es que la verdadera sabiduría y conocimiento se encuentra en nuestro interior. Esto quiere decir que debemos explorar y rectificar nuestras propias imperfecciones para descubrir la “piedra oculta”. Se trata de la búsqueda del conocimiento y la verdad que se encuentra bajo capas espesas, en nuestra propia idea de la muerte que se da una y otra vez. Tal cuál como lo lo esboza la sentencia de MEMENTO MORI, el “recuerda que vas morir” no es otra forma de tomar consciencia de nuestro tránsito por este mundo en el que todo perece y todo se transforma.
Por ello “STRANGE FRUIT, NATURALEZA MUERTA DIGITAL” se aleja inevitablenete de las convensiones y la contención, porque hay que tener coraje y decisión para autoconstruirse desde la inquietud interna, desde la pregunta original en un afán luciferino de traspasar el velo de la luz y la oscuridad, en este ascenso transgresor por volver a la raíz del caos y la confrontación.
Desde este punto comprendemos la presencia de una obra subliminalmente espiritual, que no apela al acto litúrgico, sino a la acción propia desde la vorágine y el desasosiego.
En las imágenes de la propuesta de Julio Espinoza, todo parece suspendido, en un punto de fuga que busca la disonancia entre el sujeto y la respuesta a la representación de ser y no ser, en definitiva de lo que llamamos epifanía que está más allá del idealismo platónico, por encima de lo real, y por debajo de las profundidades en su inmanente virtual.
Hay un percepción de un lado y una especie de recuerdo por el otro, puesto que nos desplegamos en el tiempo tal cual lo hicieron algunos exponentes del barroco, cuyo fin era establecer con el otro a partir de esa estética grotesca, disonante, curvilínea de llenar el vacío monstruoso, desconocido.
Con ese antifaz de propaganda religiosa por llamarla de alguna forma, que no es otra que la del acto profano en su ulterior espitiru, así lo plantean algunos referentes del artista: William Blake, John Keats, Friedrich Holderlin, Caravaggio, Juan van der Hamen, Pieter Claesz, Miguel de Pret y Tomás Hiepes entre otros.
Si nos remontamos siglos más adelante surge la figura de Ian Curtis como modelo icónico del MEMENTO MORI. Es claro que, como cualquier compositor, el vocalista de la banda Joy Division se nutría de sus pensamientos y experiencias para componer letras “oscuras”:
“The things that we've learnt are no longer enough”
Las cosas que hemos aprendido ya no son suficientes.
“No language, just sound, that's all we need know”
Sin idioma, solo sonido, eso es todo lo que necesitamos saber.
Transmission, 1981
“Permanecer en el mismo lugar, simplemente es permanecer fuera del tiempo”, plantea en otra frase Ian Curtis y cuánta razón tiene como la misma propuesta de “STRANGE FRUIT, NATURALEZA MUERTA DIGITAL”, porque aquí se conjuga una sincronía ecléctica de herramientas, tal cuál lo es la actitud disonante del alma humana, que se arrastra a veces desde lo elemental y al fulgor de un renacer desde la muerte, para ir hacia lo desconocido
Leonardo Olivares